(Todo que ver)
En esta narrativa de sucesos nefastos como los que están viviendo en Medio Oriente, los actos de lesa humanidad son los que marcan la cotidianidad, el simplismo con el que se anuncian los bombardeos, los asesinatos, nos hacen olvidar que esos actos masivos, tienen tragedias individuales, que las personas, los muertos, las familias directa e indirectamente afectadas por estos actos de guerra, realmente viven infiernos personales, inenarrables, que se pierden en la tragedia colectiva, pues cada historia de vida o de muerte tiene repercusiones individuales, que se vuelven números significativos, datos duros, que dan poca idea de lo que se vive en el caso específico de este conflicto entre Hamás e Israel, por ende... las poblaciones civiles. El acto del hospital que fue atacado con un misil, y que dejó medio millar de muertos en datos preliminares, las huellas de la guerra repercuten en las conciencias de la humanidad, en las economías, en la memoria de cada individuo que ahora con las redes y los medios digitales, puede ser testigo en segundos de estas barbaries, la simpleza con la que un dedo o una idea puede pesar sobre tantos inocentes, es realmente alarmante --como lo dije en textos pasados--, la venganza es desmedida, la justicia es exacta, y lo que se espera de los agraviados, es un ataque proporcional, contra los responsables, no contra todo el que se les pare enfrente.
En otro orden de ideas, pero con las mismas consecuencias, la violencia desatada en el país, con el incremento de los delitos, el apoderamiento de los grupos criminales que controlan casi toso en este país ensangrentado, desde la política, los medios, la religión, el deporte, los espectáculos, con la dispersión de su veneno principal, que se alimentan de la ambición, de la corrupción , y de la cultura del minino esfuerzo, las carreteras sin vigilancia, los parajes (tierra de nadie), comunidades desiertas por la migración forzada por la violencia, que no es en su totalidad culpa del presidente el que exista, pero sí es su responsabilidad atacarla desde todos los ámbitos, con todas las herramientas del Estado. Sí es su obligación el aceptarla y así generar los caminos para resolverla de manera tajante, y mantenerla de manera permanente, con programas de prevención, y una serie de cosas que reconstituyen, refrescan, humectan el tejido social, pues, sin duda, es un trabajo arduo y en conjunto, solo que nosotros como sociedad somos parte de las soluciones, pero el garante, el obligado a la búsqueda de la paz y el Estado de derecho sin duda es el gobierno, en este caso lo señalo porque el hecho de minimizar los números, de atribuir los hechos a intereses meramente políticos, o simulaciones que pretenden cambiar la percepción de seguridad, esto solo nos habla de falta de capacidad, y de voluntad política para resolverlos. Estos actos solo traen por si, desconfianza y sensación de inseguridad, de hecho, el día de ayer fui testigo de cómo una mujer al paso de los meses cambió el contenido de su bolsa de mano, pues pasó de traer cosméticos a traer sistemas de defensa personal, autodefensa, autoprotección, y que me dijo: 'mi bolsa ahora pesa un kilogramo más, pues trae artefactos para su seguridad personal'; y cuando me los mostró, se me ocurrió decirle: es politiquería, son tus ideas, es culpa de los conservadores, pero solo me quedé callado pensando que todo lo que se hace por la seguridad personal, nunca estará de más.
Por lo mientras sigo con mis medidas de protección, veladoras, rosario, el detente, y todo el mercado sonoro encima.
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La guerra es lo más nefasto que existe como si no tuviéramos suficiente con las pandemias los problemas económicos, los problemas sociales. Además, hay que soportar las guerras casi no se puede creer.