Menu
Inicio
Nacional
Internacional
Educación
Escaparate
Salud
Deportes
ENTRETENIMIENTO
Opinión
Estados
CIUDAD Y METRÓPOLI
MEDIO AMBIENTE
RELIGIÓN
CULTURA
Revista
Contacto

Noticia

Siglo XXI: El desafió por el agua




Fecha: 2024-03-22


Por Alejandro Ramos Magaña 

Después de los sismos de  septiembre de 1985, el entonces presidente Miguel de la Madrid encargó a los ingenieros de Pemex que realizaran un amplio estudio del subsuelo del Valle de México. El objetivo era determinar si había agrietamientos graves y qué zonas serían las más vulnerables ante otro terremoto.


Los trabajos terminaron en 1986 y el subsuelo no presentaba daños de consideración, pero los ingenieros detectaron a más de 2 kilómetros de profundidad un acuífero y dimensionaron que era de gran capacidad. El proyecto se documentó y se archivó, pero con la alerta del potencial hallazgo de una nueva fuente de agua para el Valle de México.


Ya en 2011, las entonces autoridades del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) retomaron el proyecto del acuífero ultraprofundo y conformaron un equipo multidisciplinario para realizar la investigación científica con tecnología petrolera, en el que participó personal del Instituto de Geología de la UNAM, Comisión Nacional del Agua (Conagua), Comisión Federal de Electricidad (CFE), Instituto Nacional de Electricidad y Energía Limpias y de Pemex.


El plan de perforación de pozos exploratorios tuvo éxito, en octubre de 2012 encontraron el gran depósito de agua con buena calidad. Se trató del pozo San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, el cual a partir de diciembre de 2012 se conectó a la red de la zona brindando un abasto de entre 70 y 150 litros por segundo.


Si bien se trataba de una nueva fuente de agua con viabilidad técnica-económica, los trabajos de investigación estaban diseñados a largo plazo: 10-20 años en forma sistemática y con una dinámica de perforación de entre 100 y 200 pozos en ese lapso, hasta comprobar la extensión del acuífero y su capacidad de almacenamiento.
 


La sobreexplotación del acuífero somero y la vulnerabilidad del Sistema Cutzamala (impactado por el cambio climático y por la destrucción de bosques de la Cuenca del Cutzamala), obligan a que de forma acelerada se busquen las opciones de fuentes de abastecimiento futuras, y el acuífero ultraprofundo lo representa sin generar una guerra por el agua.


Recordemos que el proyecto de Temascaltepec fue el de mayor potencial, pero la resistencia social en la región impidió que el agua fluyera para alimentar el Sistema Cutzamala y hasta ahora está cancelado el plan.
El proyecto Tecolutla-Necaxa, tendría un costo superior a los 35 mil millones de pesos, y también afloran signos de resistencia de los pobladores. El caso del Valle del Mezquital (a cuya región desde hace más de 100 años el Valle de México le envía las descargas del drenaje), traer el agua que ya la naturaleza limpió en el subsuelo tendría un costo mayor a los 15 mil millones de pesos, pero también los habitantes se organizan para evitar la extracción del líquido.


En suma, traer agua de otras cuencas al Valle de México detonaría más luchas por el agua que soluciones sustentables. Por ello es urgente impulsar la recarga natural de mantos acuíferos con más obras de pozos de absorción; promover la recarga artificial mediante el tratamiento de las aguas residuales y reinyectarlas al subsuelo; reducir los volúmenes extraídos y conservar las superficies boscosas para la captación de agua pluvial. Y aprovechar de forma racional la potencial fuente del acuífero ultraprofundo.


La Organización Meteorológica Mundial (OMM) pronostica que la sequía extrema continuará impactando al planeta y al país debido al cambio climático y por el fenómeno El Niño, y esto se extenderá hasta el 2027. Obviamente, habrá mayor demanda de agua, pero las fuentes se siguen agotando.


El desafío por el agua está en marcha…





Comentarios


*Cada noticia esta sujeta a 10 comentarios de 200 caracteres.


0/200