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El AIFA y la grave crisis de agua




Fecha: 2022-05-16


Por Alejandro Ramos Magaña


Hace más de tres años, cuando el gobierno federal anunció la construcción de un nuevo aeropuerto en Santa Lucía, advertimos en esta columna que la zona enfrenta una severa crisis hídrica producto de la excesiva extracción de agua subterránea. 


Pero las autoridades del gobierno de López Obrador decidieron omitir este importante asunto y han preferido el maquillaje a una obra inconclusa, y que en términos aeroportuarios muy pronto estará rebasada. No será competencia internacional en conexiones. 


El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ubicado en el municipio de Zumpango, Estado de México, elevará el problema de desabasto agua en la región, ya que se encuentra sobre un acuífero sobreexplotado. 


El impacto no sólo es en esa región, sino también le impactará a la Ciudad de México, Hidalgo y al propio Estado de México. Estudios de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) revelan que el acuífero Cuautitlán-Pachuca –uno de los cuatro acuíferos que abastecen al Valle de México, y vale precisar que sólo hay un acuífero en la región pero administrativamente se encuentra dividido en cuatro–, se encuentra sobreexplotado en un 800%. 


Situación que los expertos califican como muy crítico y, sobre todo, porque no hay programas que garanticen la sustentabilidad hídrica en esa región. 


Las autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) estiman que el aeropuerto y para sus instalaciones militares necesitarán 12 mil metros cúbicos diarios de agua; es decir, 12 millones de litros de agua por día.


La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de este proyecto, que la Sedena entregó en 2019 a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), y cuyo estudio fue elaborado por el Instituto de Ingeniería de la UNAM, se advierte de daños colaterales en materia hídrica en las regiones de las tres entidades limítrofes, ya que los tres pozos (abastecidos por el acuífero Cuautitlán-Pachuca) que se ubican en el predio de la Base Aérea Militar 1, sólo han podido satisfacer las etapas de la construcción del aeropuerto.


Hay efectos adversos de alto impacto en disponibilidad del agua y en la recarga del acuífero, advierten los expertos de la UNAM.


Pese a que la MIA señaló que durante los trabajos de construcción se emplearía agua tratada, proveniente de plantas de tratamiento de aguas residuales de Hidalgo mediante pipas, no hay aún un programa que garantice la disponibilidad del agua a largo plazo que no sea mediante la explotación de dichos pozos.


Sin embargo, en la misma MIA se indica que una alternativa es traer agua del acuífero del Valle del Mezquital, en Hidalgo, a través de un acueducto (que se deberá construir a cargo de la Conagua), el cual se formó a lo largo de más de 120 años por las descargas de aguas negras de la Ciudad de México y Zona Metropolitana.


A partir de la construcción del Canal del Desagüe en 1900 (en la época de Porfirio Díaz), y con la apertura del Emisor Central (Drenaje Profundo), en 1975, las aguas residuales y pluviales han sido enviadas a Hidalgo.


Estas aguas del drenaje metropolitano han servido, por décadas, para regar cultivos en el Mezquital, y los escurrimientos al subsuelo, al paso del tiempo, la naturaleza se encargó de limpiarlos. Y la Conagua mantiene el proyecto de que ese acuífero aportará el caudal potable para la operación del aeropuerto. 


Ahora bien, esta alternativa del acuífero del Valle del Mezquital, que refiere la MIA, no sólo se trata de tubos y acueductos para trasladar agua potable, deja de lado el entorno social. Omiten que la ‘guerra’ por el agua está activa en esta zona como en muchas regiones del país.


Este columnista fue testigo, durante los trabajos del Túnel Emisor Oriente (TEO) recién terminados, de que los pobladores del Valle del Mezquital rechazan el proyecto de extraer el agua limpia de su acuífero para regresarla al Valle de México.


"Por años nos han enviado sus descargas de aguas del drenaje, y ahora que la naturaleza ya las limpió, entonces ahora las quieren de regreso. Eso no lo vamos a permitir", me advirtieron los pobladores durante una visita que realicé a la zona de cultivos del Valle de Mezquital.


Si bien la Conagua tenía entre sus proyectos que el acuífero del Mezquital fuera una de las fuentes de abasto para el Valle de México, ante la escasez del líquido en la región, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, con tal de no alterar la obra insignia del presidente, descartó que la Ciudad de México utilizaría el agua limpia de ese acuífero. Y la CDMX a la fecha no tiene proyectos de nuevas fuentes de abasto. La otra gran crisis hídrica.


Durante su campaña a la jefatura de Gobierno de la CDMX, en 2018, Sheinbaum planteó en varias ocasiones traer el caudal del Mezquital para mitigar la escasez del líquido en alcaldías como Iztapalapa, pero la presión presidencial se impuso al plan de la jefa de gobierno y con ello sacrificó a la población del oriente de la ciudad.


Recordemos que la guerra por el agua está muy activa, y hechos significativos dan muestra de ello: en 1998, un movimiento campesino se opuso al proyecto de Temascaltepec (que sería la ampliación del Sistema Cutzamala para dotar más agua al Valle de México) y hasta la fecha se mantiene la resistencia; en 2004, el Ejército Zapatista de Mujeres Mazahuas en Defensa del Agua ocupó la planta Los Berros (donde se potabiliza el agua del Sistema Cutzamala) exigiendo indemnizaciones por los impactos ambientales; y desde 1970 ejidatarios de la Cuenca de Lerma se han mantenido en lucha contra el envío de agua al Valle de México.


El Aeropuerto Internacional de Santa Lucía –cuyo costo total fue de 82,136 millones 100,000 pesos–, tendrá un serio reto con el agua que no será sólo temporal, será prolongado y generacional.


El agua es un gran tema en esta obra, que tanto presume el presidente como la más ‘moderna y competitiva’, y por la falta de planeación también habrá impactos adversos muy significativos en el tráfico vehicular, en contaminación por ruido y por las emisiones a la atmósfera.


El capítulo del agua no está cerrado ni resuelto. Ya veremos qué otras alternativas tiene el gobierno federal que no sea a billetazos o con represión sistemática contra los defensores de los bosques y el agua. 


Urge que los expertos, como los de la UNAM, le señalen al gobierno federal el grave error que cometieron en una región que no tiene agua y que crecerá aceleradamente. También es el momento en que los especialistas diseñen las potenciales alternativas de sustentabilidad en la región y a qué costo. Ya veremos si los pobladores del Valle del Mezquital dejarán que se lleven su agua.


El 21 de marzo de 2022 fue demasiada fiesta para tapar un problema que rebasa a las autoridades.


 


 


 


EL CONTENIDO EXPRESADO EN LOS ARTÍCULOS SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS AUTORES Y NO REPRESENTAN LA POSTURA POLÍTICA DEL DIARIO CLARO CLICK INFORMATIVO.





Comentarios


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Miguel Ángel Regidor
2022-05-16

Lamentablemente cierto y avisado, pero como la naturaleza no entiende de política, pues que se joda la naturaleza y todos los que dependemos de la naturaleza, que incluye los tomadores dd decisión.