Por Alberto Martínez Romero
Hace unas semanas las autoridades de diversas naciones han recomendado que el uso del cubrebocas en espacios abiertos e incluso en algunos sitios cerrados es opcional o incluso ya no es necesario, asimismo, la Organización Mundial de la Salud ha indicado que el número de muertes por la Covid es tres veces mayor al recomendado a nivel global.
En este contexto, con un porcentaje mayor de población vacunada, un descenso notable en el número de contagios y muertes lo que ha generado la falsa idea de que la pandemia ha sido superada; sin embargo, las mutaciones del virus continúan y para los meses de julio y agosto, así como para diciembre se esperan nuevos brotes de esta enfermedad.
En este sentido, considerando lo desgastante que han sido estos dos últimos años y la urgencia que como sociedad tenemos de ir dejando atrás este duro trance, pretendemos recuperar y desarrollar de nueva cuenta los hábitos anteriores a la pandemia, sin entender que este ciclo, esta fase que aún no terminamos de atravesar, a lo que nos obliga es a reflexionar y repensar el modelo de vida y agotamiento del entorno en el cual estamos envueltos.
Por tal motivo, en fechas recientes el Director General del Banco de Pagos Internacionales BIS, por sus siglas en inglés), advirtió sobre el nuevo gran riesgo que enfrenta la humanidad y es el impacto económico ocasionado por el cambio climático, al respecto mucha tinta se ha utilizado para denostar, advertir, señalar, desmentir, conspirar e invitar a desarrollar modelos de negocios e innovaciones tecnológicas alrededor de nuestra vida más amigable con el medio ambiente.
Sin embargo, los efectos económicos ya se perciben y no sólo a nivel de precios o producción de materias primas, por el contrario, esto se ha extendido a los servicios financieros, las pérdidas que se registran por la contratación de seguros contra catástrofes naturales como inundaciones, incendios, sequías y otros fenómenos han puesto a estas compañías en la disyuntiva de continuar ofreciendo estas coberturas, ya que las pérdidas que van acumulando año con año por este concepto ponen en duda la viabilidad de esta rama del sector de aseguramiento.
El reto que se enfrenta en el corto plazo es conocido como cisne verde, dicha alegoría es una derivación del cisne negro, el cual alude a eventos raros que tienen fuertes impactos negativos o hasta catastróficos, acuñar el color verde alude al riesgo que enfrenta la humanidad en lo relativo al medio ambiente.
Por esta razón, es importante entender la investigación que desarrollaron Patrick Bolton, Morgan Despres, Luiz Pereira da Silva, Frédéric Samama y Romain Svartzma, algunos de ellos altos funcionarios del BIS, donde se advierte el enorme riesgo financiero que atraviesa el mundo, donde ya no es suficiente impulsar el desarrollo de energías limpias, sino que se hace imperativo tomar medidas más severas y atenuar los efectos del cambio climático que como siempre afectará a los más pobres.
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