Por: J. Felipe Escorcia Martínez
Dieciséis años con nueve meses, cifra que se escribe y pronuncia fácil; sin embargo, vivir ese tiempo privado de la libertad es una eternidad. Este suplicio es el que ha pasado Israel Vallarta por el “delito” de secuestro y que hasta la fecha, no ha sido declarado inocente o culpable por las Autoridades pero sí por Conductores o “periodistas” de los medios corporativos de comunicación.
Con la exhibición de la serie “El caso Cassez-Vallarta: Una novela Criminal” a través de la plataforma Netflix, el nombre de Israel Vallarta vuelve a tomar interés y notoriedad pública. En ella, se muestra lo que sucedió realmente a diferencia del montaje televisivo que se dio, aquel 9 de diciembre de 2005, por parte de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y Televisa, cuyos creadores fueron Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino, Carlos Loret de Mola y Pablo Reinah respectivamente. La serie, basada en el libro del investigador y escritor Jorge Luis Volpi, presenta la escalofriante realidad que ha sufrido Israel y la familia Vallarta a lo largo de casi 17 años.
Previo al libro (2018) de Volpi, existen investigaciones y análisis periodísticos del caso Cassez-Vallarta; resaltan las realizadas por Emmanuelle Steels, Anabel Hernández, Léonore Mahieux, Anne Vigna, Yoli García y Laura Barranco. Ellas dan a conocer las componendas, corrupción y amiguismo que imperaba entre los altos mandos policiacos y las bandas criminales; pero no sólo eso, también exponen los métodos de “investigación” que usaron para imputar el delito de secuestro a la pareja formada por Florance Cassez e Israel Vallarta. Desde la tortura psicológica y física, hasta sembrar pruebas incriminatorias y testigos a modo.
En 2013, por presiones del gobierno de Francia y de la opinión internacional, Florance es liberada al demostrarse irregularidades en su proceso. Israel no corrió con la misma suerte, pese a que se acreditó, conforme al protocólogo de Estambul, que ha sufrido de torturas y trato inhumano desde su captura y durante su estadía en la cárcel. Tal pareciera que el Poder Judicial no quiere o no desea emitir una sentencia, ya sea a favor de su causa o en contra de tres miembros detenidos de la familia Vallarta. Invisibles hilos han y siguen moviendo el entramado oscuro del caso.
Con el Decreto de Amnistía que emitió, en 2020, el jefe del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, para liberar de la cárcel a todos aquellos presos que han sido principalmente objeto de tortura, una luz en la obscuridad se vislumbraba para el futuro cercano de Israel; sin embargo, no fue así. Un manto de niebla envuelve su situación legal. Los motivos para no obtener su libertad, conforme al Decreto, son inciertos. La exministra Olga Sánchez Cordero y actual Senadora de la República por Morena, explicó, siendo Secretaria de Gobernación, que Israel no alcanzaba el beneficio de la amnistía por tener dos investigaciones más, aparte del caso Cassez-Vallarta. Para 2021 Adán Augusto López Hernández, actual Secretario de Gobernación, declaró que existía un caso en contra de Israel. ¿Dos o una investigación? Los mismos abogados del imputado desconocen las supuestas carpetas.
Todo indica que, a pesar de los esfuerzos del Gobierno de la 4T por erradicar la corrupción del sistema político mexicano, ésta aún persiste. El grito de Israel Vallarta clamando justicia, es uno entre miles que exigen la pronta y expedita impartición de la Ley. No cabe duda que los tentáculos de la corrupción siguen envolviendo el quehacer público. Tarea nada fácil de solventar ante un escenario donde, por décadas, los gobiernos lo permitieron y alentaron; pero, ante la pasividad del Poder Judicial, la voz de Israel Vallarta ha resurgido con aplomo y fuerza exigiendo Justicia.
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