Menu
Inicio
Nacional
Internacional
Educación
Escaparate
Salud
Deportes
ENTRETENIMIENTO
Opinión
Estados
CIUDAD Y METRÓPOLI
MEDIO AMBIENTE
RELIGIÓN
CULTURA
Revista
Contacto

Noticia

Mala calidad del aire, daños a la salud y políticas públicas torcidas




Fecha: 2022-09-20


Por Alejandro Ramos Magaña 

Mientras uno de los principales problemas del país es la falta de agua, también se suma otro en materia de salud, con la mala calidad del aire en las zonas urbanas, como es el caso del Valle de México, que no sólo padece las emisiones de sus fuentes internas (transporte, industria, fábricas y áreas de servicio, incendios forestales, basura, actividad agrícola, erosíon de suelos, entre otras), sino que a sólo 83 kilómetros de la Ciudad de México existen dos grandes fuentes contaminantes: la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en Tula, Hidalgo, y la colindante refinería de Pemex Miguel Hidalgo.

De acuerdo con el Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire (Proaire), tanto la refinería como la termoeléctrica generan 45 veces más dióxido de azúfre (partículas menores a 2.5 micras, PM-2.5, las más dañinas y mortales) que todas las emisiones en el Valle de México.

Además, la ciudad de Tula (clasificada por la ONU como la más contaminada del mundo, 2006) y poblados colindantes se han convertido en receptores de las emisiones tóxicas de estas fuentes con los consiguientes daños a la salud. 

Las emisiones de estas fuentes, tanto internas como externas, no sólo impactan la función pulmonar o cardiovascular de las personas, sino que también incide en el sobrepeso, obesidad y diabetes –la llamada epidemia del siglo XXI–.

La mala decisión de la CFE de seguir empleando combustóleo (residuo altamente contaminante que queda después de refinar petróleo crudo) para generar energía eléctrica sigue agravando los males pulmonares y cardiovasculares de miles de personas.


 


ESTUDIOS E IMPACTOS

En la última década, diversos estudios realizados en Estados Unidos, España y China, entre otros países, determinaron que la contaminación atmosférica es la responsable de causar diversos trastornos metabólicos e inflamatorios que desencadenan el sobrepeso, obesidad y diabetes, que se han convertido en un serio problema de salud pública. Este fenómeno se suma a los males congénitos que tienen algunas personas quienes desde pequeñas ya muestran signos de obesidad.

Este problema no es nada menor en las metrópolis, sólo rebasado en la actualidad por la severa pandemia del COVID-19, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), Estados Unidos y México lideran a nivel mundial los casos de obesidad en su población adulta. Es un serio problema de salud pública que en el caso mexicano tiene rebasado al sistema de salud.

En 2016, investigadores de la Universidad Duke (institución privada de alto prestigio en Estados Unidos) realizaron un estudio durante 8 semanas con ratones, hembras y machos, los cuales fueron introducidos a una cámara que contenía aire contaminado de Beijing, y al concluir el monitoreo resultaron con mayor peso del 10 y 18%, respectivamente, que otro grupo que vivió con aire limpio.

Junfeng "Jim" Zhang, quien coordinó la investigación, expuso que los efectos más significativos de aumento de peso se presentaron en periodos largos, en ocho semanas, y con menor sobrepeso en tres semanas.

Zhang alertó que los resultados del análisis científico traspolados al escenario humano hacen urgente la necesidad de contrarrestar la contaminación atmosférica ante el constante aumento de la obesidad en el mundo, el cual está altamente contaminado por la combustión de gasolinas, carbón, gas natural y LP.

La Universidad Case Western Reserve (otra institución privada de Estados Unidos) difundió en 2020 los resultados de otra investigación con ratones, en la que concluyó y reafirmó que existe un mayor riesgo a la obesidad y diabetes al convivir con exposiciones prolongadas a la contaminación atmosférica.

Dicho estudio fue publicado en Journal of Clinical Investigation y los investigadores determinaron que debido a factores ambientales a nivel mundial la prevalencia de obesidad se ha triplicado desde 1975 en adultos y menores de edad. Y advirtieron que a la obesogenicidad no se le ha dado la importancia que merece por la escasa evidencia epidemiológica.

Y a estos estudios también se sumó, recientemente, la Universidad de Washington (institución pública de EU), y su conclusión fue que existe una relación significativa entre la mala calidad del aire y la diabetes a nivel mundial. Uno de los investigadores del estudio, Ziyad Al-Aly, destacó que en 2016, y debido a la contaminación atmosférica, aumentó en 3.2 millones de nuevos casos de diabetes. Y a través del estudio se lanzó la alerta del aumento de casos de diabetes en países con menores recursos como Afganistán, Papúa Nueva Guinea o India. Dicho estudio fue publicado en la revista especializada The Lancet Planetary Health.

Además, en 2019 el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) llegó a las mismas conclusiones en un estudio realizado a 2,660 niños de entre 7 y 10 años de edad, de 39 escuelas primarias de la ciudad de Barcelona. Lo novedoso de esta investigación fue que se realizó en el entorno escolar, y el sobrepeso volvió a estar vinculado a la exposición prolongada de la contaminación del aire.


EL RIESGO DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES

En varias entrevistas que este columnista le realizó al Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina (1943-2020), el científico alertó que la mala calidad del aire, debido a la quema de combustibles fósiles, disminuía la función pulmonar y afectaba seriamente el sistema cardiovascular, principalmente por la contaminación de partículas menores a 2.5 micras (PM2.5), y además, los problemas de obesidad y diabetes los relacionó a factores ambientales y genéticos.

Mario Molina advirtió que se necesitaban más monitoreos y mayor control normativo con las sustancias peligrosas como el benceno, tolueno y xileno, entre otros compuestos volátiles aromáticos (generadas por la quema incompleta de combustibles fósiles, fabricación de pinturas y uso de solventes), los cuales provocan cáncer de pulmón. Además, insistió en cancelar el uso de combustóleo y carbón para generar energía eléctrica.

Según estimaciones de la OMS, en promedio anual fallecen 7 millones de personas a nivel mundial por enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica, y precisa que el 92% de la población en el orbe respira aire contaminado.

De hecho en zonas, como la Ciudad de México y Zona Metropolitana o Valle de México, la mala calidad del aire se extiende cada año por más de 340 días. Se han registrado años en que los días con aire limpio –con bajos niveles de ozono y de partículas finas–, no llegan ni a 20, y los días dentro de la norma se logran por el barrido que hacen los vientos en la atmósfera de la metrópoli y no por la efectividad del Hoy No Circula, Doble Hoy No Circula y la verificación vehicular. Aquí la verificación vehicular se ha convertido en un sistema de recaudación y no de efectividad ambiental. 

En el caso de la Ciudad de México siempre que se presenta una contingencia ambiental por altos niveles de ozono o por partículas PM-10 o PM2.5, se apunta a reducir la circulación de los automotores, pero no se ve la misma fuerza con otras fuentes de contaminación. Urge pues la actualización del inventario de emisiones para perfilar un ajuste a las normas ambientales.

Investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM advierten que mientras en Estados Unidos se tienen clasificados cerca de 187 compuestos tóxicos atmosféricos, en nuestro país no se tienen contemplados ni se monitorean sus concentraciones en la atmósfera de la metrópoli.

En México –con la alta tasa de obesidad y diabetes– hacen falta estudios que profundicen sobre este problema, pues no solo la mala calidad del aire nos afecta, la pandemia también atacó con fuerza a personas con estos padecimientos.

Y como sociedad debemos exigirle a la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) que promueva la eliminación de uso del combutóleo en la termoeléctrica de Tula, y la cancelación de la refinería Miguel Hidalgo.

Y lo peor. Justo este 20 de septiembre de 2022, el presidente López Obrador anunció que el costo de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, aumentará por arriba de los 12 mil millones de dólares. Algunos expertos señalan que el costo será cercano a 20 mil millones de dólares.
Vaya forma de dispilfarrar recursos sólo por un capricho sexenal; el falso nacionalismo y el espejismo de una supuesta autonomía en materia energética hoy hacen retroceder seriamente al país.

Esto demuestra que las políticas públicas de este gobierno van en contra de apostarle a programas de energías renovable y van en contra de los acuerdos internacionales contra el cambio climático. El presidente prefiere la falsa visión de progreso con una refinería que no refina petróleo y no produce gasolina.

Los daños irreversibles en la salud de la población y al ambiente se seguirán acumulando como bombas de tiempo.


 


 


 


EL CONTENIDO EXPRESADO EN LOS ARTÍCULOS SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS AUTORES Y NO REPRESENTAN LA POSTURA POLÍTICA DEL DIARIO MÁS CLARO CLICK INFORMATIVO.





Comentarios


*Cada noticia esta sujeta a 10 comentarios de 200 caracteres.


0/200