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Impactan grietas y hundimientos a Chalco




Fecha: 2023-01-31


Por Alejandro Ramos Magaña 


Hundimientos diferenciales y grietas de hasta 300 metros de largo en la superficie de Chalco elevan las alertas por los riesgos geológicos, que cada día, vulneran las viviendas y la infraestructura urbana de esta región del Estado de México.

En julio de 2022, el pueblo de San Martín Cuautlalpan fue afectado por la aparición de grietas en el suelo y subsuelo, y pese a que no era la primera vez, el fenómeno se agravó y causó alarma en la población. Varias viviendas tuvieron que ser desalojadas por la cuarteaduras en muros y columnas; algunos inmuebles son ya inhabitables. Además, este pueblo sufrió serias inundaciones en la pasada temporada de lluvias, pues debido a los hundimientos la acumulación de agua pluvial y del drenaje es mayor con las consecuentes afectaciones a todo el entorno urbano.

En este pueblo sobresalen los daños que las grietas provocaron a la Unidad Habitacional Pueblo Nuevo, con un saldo de 56 viviendas afectadas seriamente y que a la fecha no hay recibido el apoyo de ninguna autoridad. Los pobladores temen perder su vivienda, ya que los agrietamientos son constantes y no hay opciones hacia dónde irse a vivir.

Las fallas geológicas van en aumento en Chalco y las autoridades federal, municipal y estatal están rebasadas. No hay programas integrales para enfrentar el fenómeno y brindar alterativas de solución a la población. No hay recursos para reubicar a cientos de familias; el presupuesto se achica ante la magnitud de daños a la infraestructura urbana, y lo peor, es que muchas grietas sólo son rellenadas con tierra y cubiertas con asfalto, pero vuelven a aparecer y con mayor longitud y profundidad. El peligro es latente.

Lo que ahora le ocurre en el pueblo de San Martín Cuautlalpan también se ha replicado en la comunidad de San Marcos Huixtoco; las grietas no ceden, y las fallas cada año son más severas.

De acuerdo con el Censo de 2020, la población total de Chalco fue: 400,057 habitantes. Ahí la magnitud del tema geológico y del agua.

AGOTAMIENTO DEL ACUÍFERO E INUNDACIONES

En 1988, investigadores del Centro de Geociencias de la UNAM detectaron en la planicie de Chalco la formación de un cuerpo de agua por la acumulación superficial de líquido, y para 1991 pasó de unas cuantas hectáreas a 100, y actualmente abarca aproximadamente 1,500 hectáreas.

Los hundimientos provocados por la sobreexplotación del acuífero en el Valle de México originó un nuevo "lago", que en época de lluvias pone en riesgo a la población asentada en la región mexiquense de Chalco y que también impacta a la alcaldía Tláhuac, ya que las inundaciones son frecuentes.

La urbanización creciente y en gran medida sin planeación han agobiado a al acuífero del Valle de México (cuyo acuífero para efectos de administración se encuentra dividido en cuatro: Chalco-Amecameca, Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Texcoco y Cuautitlán-Pachuca). Y Chalco es un ejemplo del crecimiento caótico con grandes impactos al agua, y las consecuencias ahora son de peligro latente por los riesgos geológicos.

En la región de Chalco está ocurriendo una de las transformaciones más impactantes en el Valle de México en las últimas cuatro décadas, ya que se han generado hundimientos de hasta 40 centímetros por año, y esto se debe al exceso de permisos para extraer agua de 14 pozos (por arriba de lo que en realidad permite el acuífero), construidos en la década de los 80, del siglo XX, como Sistema Mixquic-Santa Catarina.

La superficie del nuevo "lago" se ubica 17 metros debajo del nivel original del terreno, cubriendo una extensión casi 1,500 hectáreas, lo que implica un potencial riesgo de inundación de aguas negras en la región, como ya está ocurriendo en época de lluvias.

La magnitud de la afectación en la zona de Chalco es alarmante, ya que en los últimos 40 años la región se ha hundido poco más de 12 metros, un hundimiento muy superior al del Centro Histórico de la Ciudad de México, de 10 metros en los últimos en los últimos 110 años.

Tanto el camino de acceso a los pozos que abastecen de agua potable como el de la carretera Tláhuac-Chalco, requieren de reparaciones y elevaciones permanentes cada vez más costosas. Por ejemplo, es recurrente que, entre los meses de julio y octubre, la carretera y el camino se encuentren suspendidos por encontrarse inundados. Este problema se extiende a colonias y viviendas.

Sin duda, esta situación obliga a las autoridades de los tres órdenes de gobierno a realizar un ordenamiento territorial en la región, así como incrementar la eficiencia de la infraestructura hidráulica, una especie de drenaje profundo a nivel micro para Valle de Chalco, de lo contrario se tendrá que aplicar una política de reubicación de ocho colonias (seis en Chalco y dos de Tláhuac), a 2.5 y 3 kilómetros del nuevo "lago", lo cual sería a un alto costo, pues ahí habitan aproximadamente 100 mil personas.

ACELERACIÓN DE HUNDIMIENTOS

En el Centro Histórico los hundimientos son del orden de 3 a 5 centímetros por año, ya que el bombeo de agua se redujo desde la década de los 60. El hundimiento en Chalco es 40 centímetros por año, uno de los más grandes del país y del mundo.

En una entrevista que sostuve con Adrián Ortega Guerrero, investigador del Centro de Geociencias de la UNAM, explicó que los ritmos de hundimiento disminuirán muy poco en el futuro, "prácticamente serán los mismos y con riesgos cada vez más altos". Y el investigador recomienda también atender a otras zonas lacustres como Texcoco, Xochimilco y Ecatepec que presentan hundimientos del orden de 10 a 20 centímetros por año, fenómeno provocado por la excesiva extracción de agua del acuífero.

A la fecha, la Ciudad de México extrae de 450 pozos el 70% del agua potable que consume; el otro 30% proviene del Sistema Lerma-Cutzamala a través de 13 mil kilómetros de tuberías y mediante un bombeo de 1,500 metros.

En 2000 este columnista difundió (gracias a la aportación de Adrián Ortega Guerrero) la aparición de extensas grietas en el subsuelo de Iztapalapa, provocado por los hundimientos de la región, y que hacen más vulnerable a la población ante inundaciones y sismos fuertes.

Hace 23 años fue una bomba informativa y provocó que las autoridades reaccionaran para atender este fenómeno geológico, que como ya lo señalamos es consecuencia de la sobreexplotación del acuífero. Una de las respuestas a este problema fue la instalación del Observatorio Interactivo de Hundimiento y Fracturamiento (OIHFRA), con asesoría del Centro de Geociencias de la UNAM, desde donde se monitorea todos los días los agrietamientos del subsuelo.

Chalco, Iztapalapa y Tláhuac son las regiones del Valle de México que requieren toda la atención científica por las fallas geológicas, pero también de las autoridades para prevenir un desastre de mayores consecuencias.

El fenómeno de los hundimientos fue confirmado desde los años 40 por el ingeniero y exrector de la UNAM, Nabor Carrillo Flores, quien alertó del alto riesgo que la ciudad enfrentaba por la excesiva extracción del agua del subsuelo.

La explotación del acuífero inició a mediados del siglo XIX, y se incrementó en la zona centro de la Ciudad de México en el siglo XX, entre 1940-1960. El intenso bombeo ha provocado despresurización y consolidación en los sedimentos lacustres, ocasionado una subsidencia del terreno de la parte central de la ciudad en el orden de los 10 metros.

Dicha explotación es del orden de 50 metros cúbicos por segundo (50 mil litros por segundo), de ahí se abastece una población de aproximadamente 25 millones de habitantes.

Los problemas ocasiones por la extracción del agua subterránea, motivaron la búsqueda de opciones alternas para el abastecimiento de agua, siendo seleccionadas las subcuencas de Chalco y Xochimilco, entre otras, mismas que presentan características hidrogeológicas similares a las condiciones prevalecientes en la Ciudad de México, donde también se transfirieron los problemas de hundimientos y posteriormente agrietamientos.

Científicamente está demostrado que la aceleración de hundimientos sólo se puede mitigar. Mientras se siga extrayendo agua del subsuelo los hundimientos y grietas continuarán.

El reto es titánico. Muy pronto tendrán que plantearse programas de cero crecimiento urbano en zonas vulnerables a fallas geológicas; también se deberá impulsar la reubicación masiva de familias; otra cuestión de alta prioridad será buscar nuevas fuentes de abasto de agua potable para el Valle de México, pues la extracción del agua del acuífero no puede seguir al infinito.


 


 


 


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