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Es el agua, el reto




Fecha: 2023-03-21


Por Alejandro Ramos Magaña 


 


El agua es el tema, no hay duda.


"No tenemos en México muchos sitios donde la lluvia vaya a la alza. El 93% del territorio tiene un comportamiento a la baja. México tiene ya problemas de precipitaciones pluviales", así lo reveló recientemente el investigador del Grupo de Cambio Climático y Radiación Solar del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, Benjamín Martínez.


Esta revelación es clara y contundente que, además, anuncia que las sequías prolongadas no cederán en los próximos años e impactarán seriamente a las ciudades. De acuerdo con el investigador --con registros y datos científicos--, de 1950 a la década de los 80, México registró los índices máximos históricos de lluvia, y posteriormente empezaron a disminuir las precipitaciones hasta en un 50%, principalmente en la zona norte y centro del país. En la región sur, pese a los descensos, llueve más.


Nos queda claro que con el calentamiento global la falta de agua será uno de los grandes problemas del país --como también lo enfrentan ahora otras naciones del mundo, véase el caso de España--. Las ciudades que dependen de las aguas superficiales tendrán mayores problemas, ya que ante la escasez de lluvias se agotan las presas, tal y como se presenta en la Zona Metropolitana de Monterrey y hasta en el Valle de México, con los bajos niveles en el Sistema Cutzamala, el cual ahora se encuentra al 49% de su capacidad y no se prevén lluvias entre marzo y mayo. Nuevamente la extracción para paliar la crisis tendrá que ser de los pozos, también agotados..


De acuerdo con el INEGI, en la República Mexicana existen más de 5 mil presas y bordos, de las cuales 180 presas representan el 82% de la capacidad de almacenamiento total de agua; es decir, los embalses dependen estrictamente de las condiciones meteorológicas.


En tanto, en lo referente a las aguas subterráneas, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) tiene registrados 653 acuíferos, de los cuales 195 (30%) están concesionados a privados. Y del total, 106 acuíferos (16%) se encuentran agotados (como el caso del Valle de México); 31 (5%) con presencia de suelos salinos y agua salobre, y 15 (2%) con intrusión marina.


La Conagua precisa que el 70% de la población del país se abastece de los acuíferos, y a la fecha no enfrentan el grave desabasto de agua, aunque están agotando sus pozos y no tienen otras fuentes cercanas de abasto. Además, no hay planes estratégicos para buscar otras fuentes que ayuden a enfrentar las futuras sequías rumbo al siglo XXII.


Simplemente para dimensionar el caso, veamos los estados del país con acuíferos sobreexplotados: Aguascalientes (5); Baja California (9); Baja California Sur (5); Chihuahua (15); Ciudad de México (1); Coahuila (5); Durango (6); Guanajuato (14); Jalisco (3) Estado de México (5); Michoacán (2); Nuevo León (2); Puebla (1); Querétaro (5); San Luis Potosí (6); Sonora (11), y Zacatecas (11).


Y regresamos al punto, hay menos lluvias cada año y no hay nuevas fuentes de abasto. 


 


LA INFLUENCIA DE OTROS CICLOS CLIMÁTICOS


Los científicos de la UNAM precisan que los fenómenos de "La Niña" y "El Niño" también influyen en los extremos climáticos. El primer fenómeno tiende a secar el ambiente y, el segundo, a generar precipitaciones intensas. Y durante tres años consecutivos se ha mantenido la influencia de "La Niña" con condiciones más secas de lo normal en el norte y centro del país.


Y cabe señalar que a "La Niña" se le identifica por el enfriamiento anómalo del océano Pacífico contrario a "El Niño", calentamiento del Pacífico. 


 


ALERTA EN LA CDMX


El investigador Benjamín Martínez lanzó la alerta el 10 de marzo pasado: "A largo plazo, la Ciudad de México tiene que empezar a prepararse para sequías prolongadas... para tener el tiempo suficiente para tomar medidas y hacerle frente a una emergencia como esa".
Pero hasta ahora las autoridades de la Ciudad de México no han hecho público si ya existe o están preparando un plan para enfrentar y superar las sequías más drásticas en las próximas décadas. Tampoco a nivel federal se sabe si ya se diseñan medidas para evitar una catástrofe hidráulica.


 


A DOS KILÓMETROS DE PROFUNDIDAD UNA ALTERNATIVA


Después de los sismos de septiembre de 1985, el entonces presidente Miguel de la Madrid encargó a los ingenieros de Pemex que realizarán un amplio estudio del subsuelo del Valle de México. El objetivo era determinar si había agrietamientos graves y qué zonas serían las más vulnerables ante otro terremoto.


Los trabajos terminaron en 1986 y el subsuelo no presentaba daños de consideración, pero los ingenieros detectaron a más de 2 kilómetros de profundidad un acuífero y dimensionaron que era de gran capacidad. El proyecto se documentó y se archivó, pero con la alerta del potencial hallazgo de una nueva fuente de agua para el Valle de México.


Ya en 2011, las entonces autoridades del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) retomaron el estudio de 1986 sobre el acuífero ultra profundo y conformaron un equipo multidisciplinario para realizar la investigación científica con tecnología petrolera, en el que participó personal del Instituto de Geología de la UNAM, Conagua, Comisión Federal de Electricidad (CFE), Instituto Nacional de Electricidad y Energía Limpias y de Pemex.


El plan de perforación de pozos exploratorios tuvo éxito, en octubre de 2012 encontraron el gran depósito de agua con buena calidad. Se trató del pozo San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, el cual a partir de diciembre de 2012 se conectó a la red de la zona brindando un abasto de entre 70 y 150 litros por segundo.


Si bien se trataba de una nueva fuente de agua con viabilidad técnica-económica, los trabajos de investigación estaban diseñados a largo plazo: 10-20 años en forma sistemática y con una dinámica de perforación de entre 100 y 200 pozos en ese lapso, hasta comprobar la extensión del acuífero y su capacidad de almacenamiento.


A más de 10 años de la operación del pozo de San Lorenzo Tezonco, sólo hay un total de cinco perforados –dos de ellos ubicados en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, en Iztacalco–, y hasta ahora, sólo han aportado una gran cantidad de gas, dejando pendiente los estudios detallados para liberar el fluido y aprovechar el agua. Otro pozo exploratorio, Santa Catarina, en Xochimilco, tuvo éxito, y a la fecha aporta 105 litros por segundo a la red de Iztapalapa. Y el último pozo profundo, Mirador, ubicado en el Cerro de la Estrella, Iztapalapa, se encuentra en proceso de exploración.


Cuando inició el gobierno de Claudia Sheinbaum (2018-2024), las autoridades del Sacmex determinaron detener el proyecto de exploración de pozos profundos con el argumento de una probable causa de hundimientos del subsuelo. Sin embargo, no aportaron información técnica y sólo frenaron el proyecto.


El finado geólogo Federico Mooser (quien coordinó la perforación de estos pozos exploratorios), me aseguró en una entrevista, que este proyecto del acuífero ultraprofundo no generaba hundimientos, como sí ocurre con el acuífero somero (a casi 300 metros de profundidad) y que abastece de agua al Valle de México desde 1850 --siglo XIX--, calificado como sobreexplotado. Y es importante precisar que ambos acuíferos son independientes, no tienen conexión.


Y ante la escasez de agua en la Ciudad de México por la prolongada sequía en el país, la jefa de Gobierno anunció en abril de 2021 que sí se recurriría a la extracción de agua de los pozos profundos, pero no aclaró si continuaría el proyecto de exploración e investigación tal y como fue planeado en 2011.


No hay duda de que este proyecto de pozos ultraprofundos puede ser la mejor alternativa para lograr una nueva fuente de agua para el Valle de México, pues traer el vital líquido de otra cuenca implica no sólo los altos costos económicos, sino enfrentar complicados y prolongados conflictos sociales.


Recordemos que el proyecto de Temascaltepec fue el de mayor potencial, pero la resistencia social en la región impidió que el agua fluyera para alimentar el Sistema Cutzamala y hasta ahora está cancelado el plan.


El proyecto Tecolutla-Necaxa, tendría un costo superior a los 25 mil millones de pesos, y también afloran signos de resistencia de los pobladores. El caso del Valle del Mezquital (a cuya región desde hace más de 120 años el Valle de México le envía las descargas del drenaje), traer el agua que ya la naturaleza limpió en el subsuelo tendría un costo mayor a los 15 mil millones de pesos, pero también los habitantes se organizan para evitar la extracción del líquido.


Por ello es urgente impulsar la recarga natural de mantos acuíferos con más obras de pozos de absorción; promover la recarga artificial mediante el tratamiento de las aguas residuales y reinyectarlas al subsuelo; reducir los volúmenes extraídos y conservar las superficies boscosas para la captación de agua pluvial. Asimismo, aprovechar de forma racional la potencial fuente del acuífero ultraprofundo.


Además, otro de los retos para México es cambiar el consumo, porque más allá de los problemas de la oferta, la demanda no está controlada, y para ello las autoridades deben implementar una política de medidores para todas las viviendas y aplicar tarifas diferenciadas para que el que consuma más agua pague más.


Debemos planear hacía el siglo XXII...


 


 


 


EL CONTENIDO EXPRESADO EN LOS ARTÍCULOS SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS AUTORES Y NO REPRESENTAN LA POSTURA POLÍTICA DEL DIARIO MÁS CLARO CLICK INFORMATIVO.





Comentarios


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Miguel Angel Regidor
2023-03-22

Una preocupación constante y posibilidades de solución, captura de aguas pluviales que sería suficiente para abastecer a la CDMX, y también el tratamiento de aguas negras potabilizándola.