Menu
Inicio
Nacional
Internacional
Educación
Escaparate
Salud
Deportes
ENTRETENIMIENTO
Opinión
Estados
CIUDAD Y METRÓPOLI
MEDIO AMBIENTE
RELIGIÓN
CULTURA
Revista
Contacto

Noticia

Suicidio ambiental colectivo




Fecha: 2023-05-09


Por Alejandro Ramos Magaña


 


Foto: Especial / prensaanimal.com


 


Cada día los bosques y barrancas son ocupados por nuevos asentamientos humanos cuyos integrantes abarcan diversos sectores sociales:  ricos, clase media y grupos con alta marginación. Todos tienen una justificación: los sectores pudientes porque van a vivir en desarrollos de lujo catalogados como "ecológicos", pero que ya arrasaron suelo natural y cancelaron con cada metro de cemento la infiltración al acuífero. Los sectores de la clase media buscarán los predios que supuestamente ya fueron "regularizados" por "líderes", y sus viviendas serán precarias y con insuficiencia de servicios. Para los pobres, los mismos "lideres" se encargarán de manipularlos políticamente y los llevarán a las zonas más riesgosas, y al igual que a la clase media, los exprimirán económicamente durante años.


Y sea cual sea el partido oficial en turno en los gobiernos federal o locales, los "líderes" ensanchan su mercado de "regularización" de predios --pagados por quienes menos tienen--, a través del esquema de la compra de votos, cuya voracidad sube en cada proceso electoral. Y en el caso de los desarrolladores de alto nivel simplemente cargarán los costos de los "entres y las tranzas" (a los que ningún desarrollador escapa de las autoridades), al precio de venta del metro cuadrado en suelo natural.


En todos los casos de los nuevos asentamientos humanos está enquistada la cadena de corrupción entre autoridades, "líderes" y fraccionadores. Quien diga lo contrario, miente.


Un ejemplo lo tenemos en la barracanca La Diferencia, en la alcaldía Cuajimalpa, en la cual en los últimos 25 años la expansión urbana ha sido explosiva. Aún ahora se sigue arransando el suelo que alguna vez captó el agua pluvial y la infiltró al acuífero. Algunos grupos vecinales que defendieron la barranca levantaron en 2004 denuncias penales por las violaciones a las leyes ambiental y Desarrollo Urbano en las que incurrían fraccionadores y "líderes". Nada prosperó a favor del ambiente; siempre las autoridades convocaban a mesas de trabajo, reuniones y sólo proliferaban las promesas de defensa de la barranca. Hoy está casi en su totalidad ocupada.


Otro caso sucede con la barranca La Sierra, en Contadero, en donde se construyó hace casi 18 años un fraccionamiento de lujo. Dicha barranca pertenece a la Sierra de las Cruces, una zona que se encuentra protegida por su alto valor ambiental por la Ley de Desarrollo Urbano. Para la construcción de residencias de lujo se talaron cientos de árboles, y los desarrolladores sólo se ampararon en una autorización para "reubicar" 190 ejemplares. ¿Dónde quedaron y cuántos sobrevieron al trasplante? No se sabe.


Investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM advierten que la barranca de La Sierra es una importante zona de recarga del acuífero y es también el hábitat de más de 30 especies, entre aves, insectos, reptiles y mamíferos, que se encuentran catalogadas como amenazadas o bajo protección especial debido a su cercanía con la extinción. 


La propia Ley Ambiental de la CDMX establece que una zona natural con estas características es causa suficiente para que no se permita ningún tipo de construcción. Pero como siempre ocurre, los desarrolladores obtuvieron todos los permisos y autorizaciones para arrasar con más cemento los ecosistemas vitales.


Y cabe recordar que en la misma región se construyó un plantel de la UAM, con una extensión de 12.5 hectáreas, y de ellas 6 están clasificadas como Suelo de Protección Ecológica, y las otras 6.5 deberían ser usadas para producción rural, pues hace más de 50 años --cuando no existía normatividad correspondiente a suelo de conservación--, ahí se estableció una empacadora de hongos. Pero lo que fue una parte del macizo forestal dio paso a construir vialidades, estacionamientos y paraderos, y con este proceso llegaron ambulantes, basura, fauna nociva y asentamientos irregulares.


Los casos de fraccionamientos de lujo y de asentamientos irregulares son casi interminables en bosques y barrancas. Otros escenarios del desastre ambiental en Cuajimalpa son evidentes en: Llano Conejo en Acopilco, Milpa Vieja, El Chamizal, la barranca de Tlayacapa, la ocupación cada vez más constante del cauce del río Borracho --conocida como la ladera del "Espinazo del Diablo", La Gavia, La Cañada, así como un paraje de la Avenida de la Palma, en Vista Hermosa. 


Sin embargo, la misma situación se ha reproducido en las alcaldías de Álvaro Obregón, Magdalena Contreras, Gustavo A. Madero, Tlalpan, Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco, Iztapalapa, entre otras.  


Y del lado del Estado México también se presenta este fenómeno arrasador de bosques y barrancas. Simplemente veamos el municipio de Valle de Bravo el cual está catalogado con la mayor deforestación de toda la entidad, siendo que en los últimos 15 años ha perdido una extensión equivalente al Bosque de Chapultepec (casi 700 hectáreas). Otros municipios que de igual forma siguen perdiendo en forma acelerada masa forestal son Temascaltepec (583 hectáreas); Jalatlaco (347); Texcoco (304) y Donato Guerrero (291), entre otros. 


Cada metro cuadrado de bosque o barranca que se ocupado por cualquier tipo de construcción le restará agua al acuífero, ya extremadamente explotado. Habrá menos producción de oxígeno local, se captará menos dióxido de carbono (causante del calentamiento global), habrá una menor biodiversidad de la depende la existencia de la humanidad. 


El paso es hacia el suicidio ambiental colectivo.  
 


 


EL CONTENIDO EXPRESADO EN LOS ARTÍCULOS SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS AUTORES Y NO REPRESENTAN EL PUNTO DE VISTA DEL DIARIO MÁS CLARO CLICK INFORMATIVO.





Comentarios


*Cada noticia esta sujeta a 10 comentarios de 200 caracteres.


0/200