Tlatelolco 1968: La herida abierta que redefinió a México
A 57 años de la matanza de Tlatelolco, México conmemora el 2 de octubre con marchas, memoria colectiva y exigencias de justicia. Conoce el contexto histórico, los actos actuales y el legado de 1968.

Por Mario Victorino
Cada 2 de octubre, México conmemora una de las jornadas más dolorosas de su historia reciente: la Matanza de Tlatelolco de 1968. Aquel día, la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México se convirtió en el escenario de una brutal represión contra un mitin pacífico de estudiantes, profesores, obreros e intelectuales que demandaban una apertura democrática y el cese al autoritarismo gubernamental. El recuerdo de este crimen de Estado no es solo un acto de memoria histórica, sino un motor constante en la lucha por la justicia y el pleno ejercicio de los derechos humanos en el país.
El Movimiento Estudiantil de 1968 había crecido a lo largo de meses, reuniendo a una juventud y a sectores de la sociedad cansados de la rigidez política del régimen priista de la época, encabezado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz. Las demandas se articulaban en un pliego petitorio que incluía la libertad de los presos políticos, la derogación del delito de "disolución social" y la desaparición del cuerpo de granaderos. El movimiento fue una efervescencia de ideas que desafió la versión oficial de un México estable a tan solo diez días de inaugurar los Juegos Olímpicos.
La respuesta del gobierno fue la fuerza. El 2 de octubre, mientras miles se congregaban en Tlatelolco, elementos del Ejército, en coordinación con el grupo paramilitar conocido como Batallón Olimpia, desencadenaron un ataque sorpresivo y violento. Señales luminosas desde helicópteros precedieron a una balacera indiscriminada que se extendió por la plaza. Aunque el número oficial de víctimas mortales ha sido históricamente objeto de encubrimiento, las investigaciones y la memoria colectiva sitúan el saldo en varios cientos de personas, además de incontables heridos y detenidos.
El objetivo fue claro: sofocar a toda costa el movimiento social y silenciar cualquier voz de disidencia antes del inicio de la justa olímpica. Lo que el gobierno buscó ocultar se convirtió, paradójicamente, en el punto de inflexión que marcó el inicio del fin del autoritarismo hegemónico.
El Legado Ineludible: De Tlatelolco a la Democracia
La matanza de Tlatelolco, considerada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos como una grave violación de los derechos humanos y un crimen de lesa humanidad, dejó una cicatriz profunda pero también un legado innegable.
- Impulso Democrático: A pesar de la represión, el Movimiento Estudiantil aceleró la demanda por la apertura política y fue un antecedente clave para las tímidas, pero progresivas, reformas electorales que se implementaron en las décadas siguientes, abriendo el camino a una mayor competencia democrática en México.
- Memoria y Resistencia: La consigna "2 de octubre no se olvida" se ha mantenido como un emblema de la resistencia contra la impunidad y el abuso de poder. Cada aniversario, las marchas que parten desde Tlatelolco hacia el Zócalo capitalino, convocadas por el Comité 68 y otras organizaciones, reafirman la obligación social de recordar para evitar la repetición de la violencia.
- Lucha por la Verdad y la Justicia: Aunque la verdad histórica ha sido difícil de reconstruir debido a la censura y destrucción de archivos, el esfuerzo de las víctimas y la sociedad civil ha mantenido viva la exigencia de investigar y sancionar a los responsables de la masacre, incluyendo a altos funcionarios de la época.
Hoy, la Plaza de las Tres Culturas es un monumento a la indignación y un recordatorio de que la defensa de los derechos, la libertad de expresión y el diálogo son pilares irrenunciables de una nación verdaderamente democrática.